Wilfred Bion @ the Tavistock Clinic



Wilfred Bion 
Tavistock Seminars 
Traducción privada
Inédito en español

Por ejemplo, uno escucha cosas como ésta: “Vendrías a cuidar a esta gente, en este pabellón particular del hospital? Ellos son pacientes con cáncer terminal”. Cáncer terminal: sólo hay que pensar un poco acerca de esto para darse cuenta lo ridícula que es esta frase. Cómo saben ellos que es terminal? Terminal de qué? El punto final de qué cosa? Y en todo caso, no nos tocan a nosotros los arreglos del funeral ni nada de esa naturaleza. Lo que nos interesa es la gente viva, y si es que hay un trabajo a hacerse de manera de hacer que la vida de la gente de un pabellón particular sea soportable por el tiempo que les queda, entonces hay algo para hacer. Eso no tiene nada que ver con “cáncer terminal”; tiene que ver con hacer algo por la vida por venir, que aún queda por pasar (aún “en el Banco” por así decir) tolerable y disponible, y con encontrar algún método a través del cual los pacientes pueden obtener una chance de acceder a la longitud de onda en la que uno puede hacer algo sin preocuparse demasiado por lo que no podemos hacer.

A veces pienso que es casi una neurosis ocupacional de los analistas, porque se pasa tanto tiempo en encontrar muchos de los errores que se hacen (nuestras faltas, pecados, crímenes y demás) que nos olvidamos que es una parte muy sin importancia de todo el asunto. Sin duda queremos saber en qué cosas somos malos (es bastante útil saber eso) pero lo realmente importante es saber en qué parte de eso somos buenos. Así que aunque uno tenga un paciente que se supone está en un estado terminal, lo que realmente importa es: para qué es bueno aún él? Qué es lo que uno haría con pacientes geriátricos?

En el otro extremo de la escala, hay gente que dirá: no es bueno psicoanalizar a un niño de dos o tres o cinco años. Incluso oí declaraciones fantásticas como que no se está capacitado para hacer nada cuando “las fibras no están mielinizadas”. El problema con las fibras mielinizadas es que la persona está usualmente tan rígida, tan estructurada, que uno no puede obtener ninguna otra idea a través de su mielina. Por otro lado, si se tiene un bebe razonablemente inteligente y se lo coloca relativamente temprano en los procedimientos en una pelela, su extremo no-mielinizado parece saber lo que tiene que hacer y entonces pasa a realizar la acción muy adecuadamente, sin molestia ni escándalo.

Por qué es eso, no lo sé, pero pienso que el niño debe tener una personalidad, y así también la gente grande, sin importar cuán enfermos estén, sin importar cuán convencidos estén ellos de que hayan alcanzado su posición terminal. Si la hubieran alcanzado, no hay problema. Pero hay un problema en esa pequeña, diminuta cesura en lo que sea que les quede: días, semanas, meses entre ese punto y el punto en el cual ya no existen más.

Una vez más, debemos volver a considerar que no tenemos solamente una anatomía y una fisiología, sino también una mente. “Canst thou not minister to a mind diseased?” , la pregunta hecha por Macbeth en referencia al insomnio de Lady Macbeth. La respuesta sería presumiblemnente algo como: bueno, no por el momento, pero en cuatrocientos años puedes volver y te diré qué podemos hacer. Similarmente hoy: puedes volver en cuatrocientos años y te daremos una idea al respecto. Pero mientras tanto, cada uno de nosotros vive, individualmente, ésta muy corta, efímera existencia en la cual podemos posiblemente usar esta otra existencia hipotética de la que estoy hablando para contribuir en algo al fondo general.


Nota de Wilfred Bion (foto de la original)




(c) Darío Arce